-No busques placer, nena- susurra Franden en su oído.
-Hablás como si la muerte fuera esto- le dijo-. Voy a desprenderme los zapatos para que te des cuenta, voy a cantarte una canción con mis labios de rouge.
-Miralos a los ojos como si fueran volcanes.
-Las luces son más volcanes que esos ojos, que todos los ojos que jamás vi.
-Pero esas son cosas de las que no sabés- niega él mientras mastica carbón.
-Los ojos que vos tenés sí que son volcanes.
-¿Podrías jurarlo?
-No tendría sentido.
-Ya veo.
-Es que de rodillas te veo mejor, tu rostro se ve mejor, con una nitidez desconocida.
-Para que me veas así tuve que quitarme el traje de proxeneta, pinturrajearme la cara detrás del mostrador en cuclillas, después del último whisky, y empolvarme la nariz como si fuera un sucucho reciclado del ayer.
Y se callan.
1 comentario:
estan en un edificio de un piso o en un hotel de dos, como me gustaría que irrumpiera una estampida de corceles blancos rabiosos por la puerta
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