domingo, 1 de marzo de 2009

de.já.de.mas.tur.bar.te.con.el.vien.to








También estuvo el silencio, la desgracia de quererte, el hilo que te conducía como a un muerto por las calles del pueblo haciéndome creer que todo esto estaba deliberado o inventado por alguien más de antemano y para mí. Ahora la sangre se me sale de la boca y al final es sólo eso, saber mirarte y decirte que ojalá sepas ahogarme; después retorcerme los dedos en el vestido y "ojalá ella sepa ahogarte a vos, que no sos".

Tenerte así es mentirle a la mentira, decís.

Pero es que a veces tengo que violarte o lastimarte los dedos con cuchillos de plasticina, taladrarte los pies o serrucharte las muelas para que grites o me sientas respirar a un lado de vos. Y es que esta sangre se me sale de los poros, digo, y la bombacha se ve porque no queda otra, entonces las madres de la tierra nos entrenan en cocinas de leña para delantales verdes. Manteles y manteles como abismos y niños de rostro y manos sucias a la mesa, derechos y huecos, que nos miran pensando en madres al cuadrado en domingos como hoy.
Vamos a tener que seguir siendo las putitas de todos los días, las que te amamos y lavamos tus medias y calzoncillos cuando volvés del mundo, después de ella, con los ojos llenitos de sexo y caricias, con la cerveza todavía en la garganta... y nosotras llorando en los rincones, mirándonos en la lluvia, yo diciendo que ojalá nadie sepa ahogarte como yo, que nadie te mire como te miro ni te desgarre en el silencio mismo de no saber decir. Y vos abrazándome para que me olvide de que es mentira lo que no soy.

[Si gritás onomatopeyas en libros de cemento quizá me muera o quede inmóvil hasta la ceguera tuya.]


1 comentario:

Otrora Elgrandi dijo...

Quien brilla a la orilla de las cosas,brilla de cosas sin orillas.