viernes, 7 de agosto de 2009

-Está muerta, muertísima... Sale de mis sueños y se revuelve en mi cama, me mete los dedos en la vagina y yo siento miedo porque es etérea, porque se va a apoderar de mí cualquier día que yo no me dé cuenta y va a caminar como yo camino, le va a besar la frente a mi madre como yo lo hago, va a cerrar las puertas de mi casa con la misma precisión que yo cuando estoy hastiada y le va a besar la pija a él como yo se la beso. Yo y ella, ella y yo... Te juro que me hace el amor de madrugada, siento su lengua en mi boca y no me puedo mover y me quedo callada, cierro los ojos tan fuerte como me es posible y trato de dormirme aunque su peso me entrecorte el aire.

-Vos no tenés madre.

-Después me despierto llorando y me duelen las caderas y el pecho. Sueño que mi madre muere, que mis perros mueren, que me visita en madrugada y se queda en mi casa y mira programas inútiles con él sentada en esas sillas que no usamos nunca y yo la quiero sacar de ahí pero no se puede. Sueño también que ando desnuda por mi casa, con las tetas al aire y lo busco a él y lo beso y le digo que me toque, pero ya no quiere ni mirarme.

-Está muerta, che, dejala en paz.

-Es ella la que no me deja en paz. Te digo que me busca en todas partes, está en todo Montevideo. Ayer me subí a un 109 y estaba caminando por Camino Carrasco, entre la mugre y las bolsas de plástico y los pastizales. Parecía una novia dejada en el altar, con el maquillaje corrido y las ligas que se le caían de los muslos. Siento miedo, tanto miedo, y no puedo pararla, no me deja pararla.

-Eso te pasa por ser hija única y tener un Edipo mal desarrollado.

-Me está matando, ya no controlo el miedo. Fumo tanto que si exhalo de los pulmones me sale tabaco con olor a cuerpo de perro muerto.

-En las madrugadas de acá siempre hace frío, no importa que sea invierno o verano, siempre hace frío. Por eso me cubro de música los oídos y la ciudad se estremece en cada paso que doy. Después me convierto en miedo. Quiero decir que mi nombre se vuelve Miedo, respondo a un vocativo que sólo vos conocés. La música se hace más y más estridente y mis ojos parecen dos planetas saliéndose de sus órbitas, entonces siento miedo por los demás. Ellos me miran, Chandra, me miran como si yo fuera un psicópata con un cuchillo y fuera a atravesarles la yugular.

-Anoche la oí gritando mi poema favorito, parecía desdoblarse en cada palabra y tuve que gritar yo a la par de ella para que se callara de una putísima vez. Señor, la jaula se ha vuelto pájaro y me miraba, me miraba sabiendo que estaba abriéndome el vientre y se reía.

- Entonces la música se apodera de mí y tengo que arrebatarle el alma a alguna anciana. Y mirame, decime si no soy simpático pensando en “almas”, si no parezco un vampiro de la noche asustado por un principio de sol que tal vez no llegue nunca.

-Y ya no me deja ni dormir. Me despierto a las tres de la madrugada empapada en sangre y sudor y tengo que salir a la calle, correr todo lo que pueda y tomarme un taxi hasta ciudad vieja para darme cuenta de que todavía soy yo, de que reconozco los lugares y las casas y los bulevares. Me senté en un bar cerca de la rambla a respirar el olor del mar. No me preguntes por qué, pero estaba abierto. El mozo me sirvió una grapa, pero te juro que yo no la había pedido, si apenas podía hablar… y como no había nadie se sentó a mi lado y se sirvió un poco él. Empezó a tocarme la rodilla y me di cuenta de que eras vos. Sus labios eran iguales a los tuyos, se le dibujaban las mismas líneas que a vos cuando sonreís, y cuando habló tenía el mismo tono de voz cuando hablás por primera vez después de haber estado muchísimo tiempo callado. Le sacudí un poco el pelo y sentí el mismo perfume dulzón que siento cuando te lo hago a vos, así que me fui con él a la cocina y dejé que me chupara la concha hasta perder todo rastro de conciencia… No tuve miedo, por primera vez en trece años no tuve miedo.

- C'est le malaise du moment.

-Pero claro que no la chupaba como vos. Me vi a mí misma desde las alturas, contemplada por miles y millones de partículas inmóviles y volví a petrificarme en mi cama como todas las noches, herida en la miseria de no saber decirme.

-Eso le pasa a las señoritas que mueren de ficción.

2 comentarios:

mélan dijo...

sos tremenda.
las palabras te exprimen y no te das cuenta
es mentira. además de Montevideo

- dijo...

lo que acabo de leer tiene mucha polenta. Referencias, sí, creo que esa es una buena palabra.

está bueno ese roce con el francés, me gusta, aunque no entienda un carajo de francés.

en fin, un gusto.
(yo no estilo poner caritas-(:-pero gracias por la tuya)